[vc_row css=".vc_custom_1466520936073{padding-top: 4px !important;padding-bottom: 25px !important;}"][vc_column][vc_column_text]
¿Quién no ha escuchado alguna vez esta frase?
Seguramente cuando éramos pequeños en más de una ocasión nuestros padres han intentado “colárnosla” con platos que a priori no nos gustaban, pero que “enmascaraban” con otros alimentos, que a simple vista sí eran de nuestro agrado.
Pero, ¿realmente la comida entra por los ojos?
[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row css=".vc_custom_1466062249520{padding-top: 59px !important;padding-bottom: 19px !important;}"][vc_column][edgtf_blockquote text=" Sí, según la ciencia, nuestros cerebros crean vínculos afectivos con los platos bien presentados."][/vc_column][/vc_row][vc_row css=".vc_custom_1466004868851{padding-top: 44px !important;padding-bottom: 0px !important;}"][vc_column][vc_column_text]
¿Cuántos de nosotr@s hemos visto una foto de un plato en Instagram y automáticamente hemos tenido muchas ganas de probarlo?
Y es que según diversos estudios, ver comida apetitosa hace que automáticamente se estimule nuestra voracidad.
En un mundo digital como en el que vivimos, hay que trasladar todos estos conceptos y conocimientos al marketing, para que esas fotografías traspasen las pantallas y así conseguir que nuestros usuarios se conviertan...